PETER GOODFELLOW (DOCTOR BRODIE'S REPORT)

jueves, 10 de junio de 2010

-MARIFLOR DEL JARRÓN-

PERSONAJES
   
   MADRE DE MARÍA
   
   PADRE DE MARÍA
   
   MARÍA
   
   SERAFINO
   
   ALBA
   
   JOAQUÍN
   
   GUILLERMO
   
   CAMARERO
   

ESCENA I

  Sala normal, de una casa normal, de una familia normal. El mobiliario está compuesto por un tresillo de terciopelo sintético de color verde, dos butacas del mismo color e igual material. Un televisor (en color evidentemente), colocado a la derecha del escenario. Entre el televisor, el tresillo y las butacas, una mesa baja, redonda, de marmol blanco con canto de madera oscura.

  Todo se apoya sobre una gran alfombra de apariencia persa pero que en realidad es made in spain.

  A la izquierda del escenario una puerta, a la derecha del escenario otra puerta. Al fondo un mueble con cristal en sus puertas, en su interior colocados copas y vasos.

  En la pared algún cuadro de dudosa gusto, cuadros como los que suele haber en una sala normal de una casa normal, de una familia normal.

  (Madre entrando en la sala, hablando a media voz y para ella misma).

Madre.-María a su novio Serafino no quiere, y dice que por no quererlo no puede casarse con él. ¿Por qué? ¿Por qué?, no me canso de preguntarle. Yo, cuando contraje matrimonio con mi marido tampoco lo quería, no sentía por él el menor asomo de amor y sin embargo me casé, debía hacerlo y lo hice. ¿Por qué mi hija no va a casarse con Serafino?. Serafino es un buen hombre, cumplidor, trabajador, madrugador y constructor, es decir con una nutrida cuenta bancaria y un sinfín de propiedades. Mejor partido no habrá de encontrar. (Sentándose en el tresillo). El cariño, el amor, que sabrá esa mocosa lo que es el cariño y lo que es el amor. Yo a mi edad no lo sé, como va a saberlo ella siendo tan joven. (Pausa). ¡No siento amor por él! ¡no lo quiero!, tonterías productos todas ellas extraídas de novelas y libros, si viese la televisión como las personas normales dejaría a un lado las fantasías. (Levantándose). Lo quiera o no lo quiera, sea o no sea su deseo, habrá de casarse con Serafino. Yo misma si tuviese su edad no lo pensaría dos veces, buena soy yo para eso. No me imagino yo como esposa de Serafino, haría tantas cosas, y no como las que hago con el plasma de mi marido que sólo piensa en …, la verdad es que no sé en que piensa, a lo mejor no piensa. Es una tontería la que digo, todo el mundo piensa, unos más otros menos, pero todo el mundo piensa. El, por ejemplo, es de los que piensan menos, yo, por ejemplo, soy de las que piensan más. (Vuelve a sentarse en el tresillo). Pienso que María debe casarse con Serafino, sólo faltaría que sucediese lo contrario.

ESCENA II

  La misma sala que la escena anterior. La madre sentada en el tresillo, María de pié moviéndose por la sala, habla en tono irónico.

Madre.-(Melosa con María). Hija, no acabo de comprenderte.

María.-Es muy fácil, no tienes más que hacer así (chasquea los dedos) y se hará la luz en tu obtusa cabeza.

Madre.-De verdad, no acabo de comprenderte, sobre todo cuando utilizas esas palabras tan raras. Parecen sacadas de libros.

María.-¡Eureka! ya vas comprendiendo, de ahí es de donde vienen las palabras que tú calificas de raras. si leyeras algún libro tendrías palabras raras que decir, pero además también tendrías ideas raras, te la garantizo.

Madre.-Yo no leo, no tengo tiempo. El trabajo de la casa, el cuidarte, conseguir que tengas una buena posición en la vida, llena todo mi tiempo.

María.-¿Por qué no lo llenas con otra casa?.

Madre.-¿Con qué? ¿Hay mejor manera de llenar la vida de una madre, que con el bien de su hija?.

María.-¡Sí!.

Madre.-¿Con qué?.

María.-Con alfalfa.

Madre.-¡Qué estupidez!.

María.-Madre, es coma la vida misma.

Madre.-La vida no es una estupidez, la vida es…

María.-(Interrumpiéndola). Como una flor en un florero.

Madre.-Sí eso, ¿por qué no?., como una flor en un florero.

María.-¿Y eso no es una estupidez?.

Madre.-Por Dios, María, no digas eso. La flor eres tú, y la vida vendría a ser el florero. Cuanto mejor fuese el florero mayor realce tendrá la flor.

María.-(Sentándose en el tresillo al lado de su madre. Pensativa). Nunca lo habla visto de esa manera. Cada día te acostarás sabiendo una caso más.

Madre.-(Acercándose a ella). Es lógico, eres tan joven, has vivido tan poca que apenas sabes nada de la vida.

María.-(Recobrando la ironía y dejándose acariciar por su madre). ¡Ahora ya sé lo que soy!.

Madre.-Me agrada oírte decirlo. Saber lo que eres es un síntoma de madurez, de que eres ya una mujer hecha y derecha.

María.-Sí, gracias a ti en unos instantes he descubierto lo que soy. Todavía me encuentro anonadada.

Madre.-Y dale con las palabras raras sacadas de libros raros. ¿No empezarás otra vez?.

María.-No, perdóname madre, se me escapó. Ahora que sé lo que soy ya no tiene sentido opinar como lo hacia antes. Perdóname, fue un lapsus.

Madre.-(A parte) ¡Y dale! sigue con las palabras raras.

María.-(Como en otra lugar) ¡Soy una flor!. Una flor sin jarrón.

Madre.-(Visiblemente alegre, exageradamente alegre y besando a María en la mejilla). Jamás dudé de ti, siempre te he tenido por inteligente. Sí, mi pequeña flor, tú eres una flor, la más hermosa flor de todas las flores.

María.-¿Por qué me habéis puesto el nombre de María.

Madre.-Coincidencia en el calendario con el día de tú nacimiento.

María.-Pero si soy una flor, por qué no me habéis puesto un nombre de flor, rosa, gardenia, clavel, girasol, gladiolo, hortensia, vara de San Juan, nardo o margarita, por ejemplo.

Madre.-No se me había ocurrido, pero ya sabes el calendario ... Además tu bisabuela también se llamaba María.

María.-Si al menos me hubieseis puesto un nombre de flor. (Dando muestra de mucha alegría por haber dado con una idea genial. Toda ella es ironía teatral). ¡Eureka! ¡Ya lo tengo!. Me llamaré Flor, desde hay soy una flor y Flor me llamaré. Olvidaré para siempre el nombre de María.

Madre.-(Separándose de María). ¡ah, no!, no y no.

María.-¿Por qué?. Soy una flor.

Madre.-No, no y no. Tu nombre es María.

María.-(Melosa, teatralmente melosa, le acaricia el cabello a su madre). No seas mala, hazlo por mí, eres la madre más buena del mundo que hay desde aquí hasta las estrellas. Deja que me llame Flor.

Madre.-No, no y no, tu nombre es María.

María.-(Levantándose, enfadada, teatralmente enfadada) ¡Soy una flor, y quiero llamarme como lo que soy!. Flor, Flor, Flor y Flor.

Madre.-No, no y no, tu nombre es María.

María.-(Sentándose, melosa de nuevo y acariciando el cabello a su madre). Permite que al menos me llame María-Flor. Mari-Flor, si te gusta más. Sé comprensiva eres la mamá mas buena del mundo que hay desde aquí hasta la Luna.

Madre.-(Comienza a ceder ante los halagos de María). No comprendes que no estaría bien, que pensaría la gente, que dirían los vecinos.

María.-Que es el mejor nombre, que es lo más acertado, María-Flor es un nombre muy bonito... Me llamarían Mari-Flor. Además ahora están de moda los nombres compuestos, hasta el Papa se cambió de nombre por otro compuesto, de Woitja pasó a llamarse Juan Pablo.

Madre.-(Pensativa). Es cierto, no había caído en la cuenta. Y tu padre, ¿qué dirá tu padre?.

María.-Mamá, la mamá más buena del mundo, que eres la mamá más buena del mundo que hay desde aquí hasta las nubes. Sabes que papá no cuenta para nada.

Madre.-(Ya convencida). No sé si estaría bien llamarte María-Flor. (Pausa). Mari Flor me gusta más, es más ... más ...

María.-(Interrumpiéndola). ¡Armonioso!.

Madre.-¡Otra vez con palabras raras!.

María.-(Llevándose la mano a la boca). ¡Oh perdóname!.

Madre.-Mari-Flor es más ... más ...

María.-¡Estético!.

Madre.-(Aparte y enfadada). ¡Y dale con la murga! ¡Es más     bonito, que esteticien ni que niño muerto!.

María.-Qué pena, qué dolor, qué tristeza para la madre.

Madre.-¿Para qué madre?.

María.-Para la del niño.

Madre.-Es una manera de hablar.

María.-Desde hoy me llamaré Mari-Flor. (Besa a su madre en la mejilla, se levanta y da vueltas sobre si con los brazos extendidos). Mari-Flor, Mari-Flor, Mari-Flor.

Madre.-(Se levanta). Antes de que diga el sí final voy a consultárselo a Serafino. (Sale).

María.-(Aparte, a media voz). Va a consultárselo al jarrón. (Pausa). (Sola, de pié en el centro de la sala. Seria, teatralmente seria). Me llamaré Mari-Flor del jarrón.
    
ESCENA III

  La misma sala de la escena anterior, nada ha cambiado. María sentada en una butaca, está leyendo un libro, sí un libro, no está viendo la televisión sino leyendo un libro. Es raro en estos tiempos leer un libro. Antes, hace años, era normal leer un libro de esos que para nada sirven ni siquiera para ayudar a triunfar.

  La madre entra en la sala por el lado derecho, por qué lado iba a entrar la madre, y por qué lado habría de salir sino por la derecha. La vaca siempre tira al prado y las buenas madres siempre han entrado y salido por la derecha y como no hay mal que por bien no venga, cuando las madres salen por la derecha, los hijos siempre les salen por peteneras.

Madre.-(Entrando). He hablado con Serafino.

María.-(Sin dejar de leer). ¿Y qué?.

Madre.-¿Cómo que y qué?.

María.- (Sin dejar de leer). Sí, ¿y qué?.

Madre.-¡Me desesperas?.

María.-(Sin dejar de leer). ¿Y qué?.

Madre.-¡Me desesperas todavía más!.

María.-(Sin dejar de leer). Me contaron de alguien que una vez se desesperó demasiado. (Pausa).

Madre.-¿Y qué?.

María.-(Sin dejar de leer). Desesperó a los demás.

Madre.-¿Y qué?.

María.-(Sin dejar de leer). ¿Cómo que y qué?.

Madre.-¡Ay hija! ¡Todo lo cuentas sin final!.

María.-(Apoyando el libro abierto sobre su pecho, cerrando las ojos y hablando como con cansancio). Los finales tiene que hacerlos cada uno, cada uno de nosotros debe hacer su propio final.

Madre.-Ahí te equivocas, los finales de las personas están escritos desde el momento que se nace. En el gran libro de la vida está escrito nuestro final.

María.-Si es así, yo borraré ese libro y cada día escribiré mi página.

Madre.-¡Ingenua! No sabes que ese libro no puede borrarse Dios lo ha escrito.

María.-Sé como borrarlo, no te preocupes.

Madre.-¡Es imposible!.

María.-(Abriendo los ojos). Dios no fue muy buen estudiante, a menudo lo suspendían en gramática, tiene faltas de ortografía. No le importará que le rehagan un ejercicio de redacción escolar.

Madre.-No te burles, te lo prohíbo!.

María.-Bien, ¡pero la tierra sigue girando!.

Madre.-Como te decía he estado hablando con Serafino.

María.-(Cerrando los ojos). ¿Y qué?.

Madre.-Te ama, te quiere, quiere casarse contigo. (Pausa). Le gustas, le gustas muchísimo, lo he notado en sus ojos. Serafino te quiere.

María.-¿Y qué?.

Madre.-Me ha dicho que no quiere cortarte la libertad.

María.-Serafino quiere muchas cosas.

Madre.-Es un hombre enamorado de ti, ¿por qué te extraña que quiera tantas cosas?.

María.-No me extraña. Serafino siempre ha querido todo y de todo, incluso me quiere a mí, yo soy parte de esas cosas que quiere tener.

Madre.-Es el amor.

María.-De él, no mío.

Madre.-Te vendrá más tarde, no debes preocuparte por eso. A tu edad a mi me ocurría lo mismo.

María.-A mí, a tu edad, no me ocurrirá la mismo.

Madre.-¡Mari Flor! ¡No seas irrespetuosa!.

María.-Digo lo que siento, es bueno decir lo que se siente. Eso nunca me lo has enseñado.

Madre.-Serafino es el hombre ideal.

María.-(Con voz cansada). A mi no me gusta lo ideal, me gusta la utopía.

Madre.-¿Lo qué?.

María.-La utopía.

Madre.-¿Qué es la utopía?.

María.-No lo sé, por eso me gusta.

Madre.-Estás loca de remate.

María.-Varios cientos de veces.

Madre.-¡Acabáramos!.

María.-¡Empezáramos!.

Madre.-Acabemos o empezemos, estás loca de remate.

María.-Bien, dile a Serafino que estoy loca de remate al empezar y loca de remate al acabar. Sí, loca de remate, pero no por él.

Madre.-¿Por quién entonces?.

María.-Por el viento que sopla con fuerza durante el invierno y que trae lluvia, lluvia fresca, fría y abundante. Loca por el viento que trae lluvia. ¿Sabes una casa madre?, aquí tiene que llover, pero tiene que llover a cántaros. (Canta).
        
"Y tiene que llover y tiene que llover
y tiene que llover a cántaros."

Madre.-¡Te quedarás para vestir santos!.

María.-(Aparte) ¡que te crees tú eso!.

Madre.-Soltera y sola toda tu vida.

María.-(Aparte). Libre y con la compañía que quiera toda mi vida.

Madre.-Serás desgraciada e infeliz.

María.-(Aparte). Seré feliz y dichosa.

Madre.-No quisiera estar en tu lugar.

María.-(Aparte). Yo tampoco en el tuyo.

Madre.-¿Te casarás o no te casarás con Serafino?.

María.-(Se levanta de la butaca, se acerca al centro del escenario, ve al pública y llama a su madre, ambas ven hacia el pública, María lo señala). Ven aquí. Mira hacia el Sol. ¿Te daña los ojos?.

Madre.-Sí, claro que me daña.

María.-Mi respuesta es, si quieres que el Sol no te dañe los ojos, no lo mires y si lo miras, cierra los ojos. ¿Me entiendes ahora?.

Madre.-No.

María.-Cuando lo entiendas, habrás comprendido mi respuesta.

  (Sale por algún lugar que no es ni la puerta derecha ni la puerta izquierda, en una palabra, sale por peteneras).
    
    
ESCENA IV

  La misma sala, los padres de María están sentados viendo en la televisión un programa concurso típico de todas las televisiones. Especificar nombres y características del programa es una redundancia, basta con decir un programa concurso de televisión y por arte de magia acude a nosotros un programa concurso. El televisor se encuentra instalado de espaldas al espectador, de manera que éste oye el programa pero no ve la imagen. La razón de esta colocación del televisar no es otra que hacer morir de ganas al espectador, que desea abandonar la sala, dirigirse a su casa y ver el programa concurso.
  
  Entra María.

María.-Tengo un hambre voraz, comería una manada de bueyes. (Como su madre no contesta, absorvida por el programa). Cocinados por supuesto. (Su padre tampoco contesta, ella permanece de pié). Cocinados de las 323 formas que hay de cocinar a una manada de bueyes.
Voz de presentadora de TV.-(Es una voz de mujer, artificial y sosona muy conocida por las madres de un país históricamente añejo, llamado España). Por 3.200 pesetas cada respuesta, digan nombres de personas varones, por ejemplo, Enrique.

María.-(Sorprendida). ¡Carambolas qué difícil!

Madre.-(Como despertando y de repente). Juan, Ricardo, Manuel.
     
-Concursantes del programa.

Voz femenina.-Enrique.

Voz masculina.-Felipe.

Voz femenina.-Ángel.

Voz masculina.-Segismundo.

Voz femenina.-Florentino.

Padre.-Como pregunta puede ser difícil, como respuesta, es excesivamente fácil.

Madre-.No lo creas, se las trae.

María.-Para una mujer de mundo la pregunta no representa dificultad.

Madre.-(Haciéndose la interesante). Eso creo yo.

María.-(Atenta al televisor). Basta con recordar el nombre de los novios que una mujer ha tenido.

Padre.-María por favor, modera tu lenguaje.

María.-Perdón, bastaría con recordar los nombres de los varones que a una mujer le gustaría tener por novios.

Madre.-A veces hablas como una descarada.

María.-Mamá, por favor ...
     
Voz de azafata de TV.-(Por la voz se adivina que es una chica joven, guapa, bien configurada anatómicamente y ligera de ropa. No es complicado recordar una azafata de un programa concurso). Han sido 6 respuestas acertadas a 3.200 pesetas cada una, 19.200 pesetas. (Se escucha la sintonía del programa, con los aplausos y el consabido ¡bieeen! del público, público que también acude al teatro).

Voz de presentadora de TV.-Y ahora demos paso a los consejos publicitarios.

María.-Esta gente cuando camina por las calles, debe sentir un dolor (señalando con los dedos de la mano los labios) por aqui delante horrible.

Madre.-(Preocupada). ¿Por qué?.

María.-Porque tienen un morro que se lo pisan. Consejos les llaman.

Madre.-Comao quieres que les llamen.

María.-Por su nombre, anuncios. Anuncios es el nombre que tienen y no consejos publicitarios. De un tiempo a esta parte todo es camelo, aúnque me temo que de esta parte a otro tiempo, camelo seguirá siendo todo.

  (Se escuchan anuncios de televisión de fondo que se mezclan con el diálogo de la madre y la hija mientras el padre permanece imantado a la pantalla del televisor).

Madre.-Vienes que ardes.

María.-Al contrarios vengo apagada. (Acercándose a su madre). A propósito de las cosas por su nombre, ¿Mari-Flor ya ha pasado todas las censuras?.

Madre.-(Suavemente). Sí, te llamarás Mari-Flor.

María.-Mañana estoy citada con Serafino, me invitará a comer al restaurante del chef Charles.

Madre.-(Contenta y muy alegre). íEstupendo! ¡Qué ilusión! No he ido nunca, pero me han contado que hay todo tipo de platos raros.

María.-También yo lo he oído, sin embargo no comprendo que hace la gente normal pidiendo platos raros. A lo mejor es que son gente rara pidiendo platos normales.

Madre.-(Con voz melosa). Me harás un favor.

María.-Pide por esa boquita que si está en mi mano y es de mi agrado, hecho está.

Madre.-Pedirás rape a la piña. Lo oí comentar en la peluquería, que está muy bueno.

María.-Eso no está en mi mano, está en mi boca, hecho. Pediré una ración doble de rape a la piña. Después bien cebada hablaré con Serafino.
     
Madre.-¿No te portarás con impertinencia?.
     
María.-Me comportaré como la mujer más seria y sensata del mundo.
     
Madre.-Así es como debes ser. ¡Un encanto!.
     
  (En el televisor comienza a oírse la sintonía del informativo de la noche, sintonía que todas las personas normales conocen. Si hay alguien a quién le sea desconocida que tire la primera piedra).
     
Madre.-(Levantándose del sillón). Me voy a la cama. (Sale por el lugar que tiene que salir).
     
Voz de locutor.-(Voz bien conocida por las personas normales). Visita de nuestro ministro de asuntos exteriores a Tanzania. El presidente de gobierno recibe al presidente de la asociación de la banca nacional. Nuevo atentado terrorista en el país Vasco. Huelga en las centrales siderúrgicas asturianas. España ha sido designada mediadora en los conflictos Sudamericanos. De estas y otras noticias les informaremos a lo largo del programa.
     
  (Maria situándose delante del televisor y bajando el volumen).

María.-(A su padre). ¿Te interesan las noticias?.

Padre.-(Encogiéndose de hombros). No demasiado, siempre son iguales, las oigo por costumbre.

María.-Además ya han sucedido, si al menos fueses a suceder aún tendrían algo de interés.

Padre.-Aún así, lo dudo. Qué interés puede tener para mi lo que harán señores que no conozco y que dicen hacer alta política cuando yo como ciudadano no tengo acceso tan siquiera a la baja política.

María.-A esa sí que tienes acceso. La baja política es el derecho que tenemos por medio de las votaciones cada cuatro años.

Padre.-No pluralices, se tiene derecho a la votación y no a las votaciones como tú dices.

María.-Con todo se tiene acceso a la baja política.

Padre.-Hija mía, esa que tú llamas baja política, es tan baja, tan baja, que es rastrera del todo.

María.-No es tan rastrera como dices.

Padre.-Estoy convencido de que la alta política también es rastrera a pesar de ser tan alta. ¿No lo crees?.

María.-Eres corrosivo.

Padre.-Soy un ciudadano que tiene ojos para ver, narices que huelen el mal olor y unas orejas bien grandes por las que me entran del exterior tal cantidad de majaderías, que a veces me pregunto si no estaré en un teatro. Además ... (hace un gesto con la mano en el aire y calla).

María.-¿Además ... ?

Padre.-Además soy tu padre presumo de tener una hija inteligente, aunque con frecuencia pienso si no estarás contaminada por la estupidez ambiental.

María.-(Refiriéndose al televisar que se oye en voz muy baja). ¿La apago?.

Padre.-O tírala por el retrete. Mejor esto último, así estaría en compañía de la más pura esencia del hombre.

María.-¡Estás que trinas! (Apaga el televisor).

Padre.-Estoy como todos los días. (Más bajo). Trinando.

María.-(Sentándose en el otro sillón). Mañana comeré con Serafino.

Padre.-¿El mafias?.

María.-(Riéndose). Sí, será interesante.

Padre.-¿Quién? ¿Serafino o la comida?.

María.-Lo que hablemos.

Padre.-(Irónico). ¡Ah! ¿pero sabe hablar? siempre he creído que los ladrillos no hablaban.

María.-¡Caray si habla!. Es todo un piquito de oro, convence de lo que sea a quien sea.

Padre.-En eso tienes toda la razón, hace años tuve tratos con él y me embaucó de la manera más fina.

María.-Lo ves.

Padre.-El que yo y otros como yo resultemos engañados, no quiere decir que hable, a lo sumo ladra. Rebuznar le resultaría excesivamente complicado.

María.-Quiere casarse conmigo.

Padre.-(Con asombro). ¡Qué interesante! (María enciende un cigarrillo). Dame a mí otro cigarrillo, esto va para largo.

María.-(Riéndose). Además mi nombre ya no es María.

   (El padre va a llevarse el cigarrillo a los labios y sorprendido ante la que acaba de oír suspende la operación a medio camino).

Padre.-¿Cual será tu nuevo nombre?.

María.-(Riéndose). Mari-Flor, Mari-Flor del Jarrón.

Padre.-¿Va en serio?.

María.-No lo sé todavía, espero que no. Mañana lo sabré seguro.

Padre.-Es curioso esto de los nombres. Conocí hace años a un individuo que se llamaba José Tonto de la Fuente, y a una señora que se llamaba Dolores Fuertes de Barriga.

María.-(Seria). No sé que sería peor.

Padre.-¿A que obedece el cambio? ¿es por deseo tuyo o por tu madre?, cosa que no me extraña en absoluto que esté con los pies, con las manos y con el culo en todo esto. No sé que me hace pensar que lo de Serafino y Mari-Flor del Jarrón, es todo uno y lo mismo.

María.-No vas descaminado.

Padre.-Si está tu madre en la empresa la cosa reviste gravedad. Por un lado, un mafioso zoquete, constructor sí, pero zoquete. Y por el otro lado tu madre, que en fin ya la conoces, como es natural que los hijos conozcan a su madre.

María.-El asunto es fácil, facilísimo. Por ser tan fácil también es complicado.

Padre.-Siempre ha sido así, eso no cambiará nunca. Lo demasiado fácil es complicado, quién no lo crea es que nunca ha hecho cosas complicadas.

María.-Sí, es cierto.

Padre.-Dime, ¿por qué es complicado?.

María.-Serafino quiere casarse conmigo. De él lo obtendría todo. Renunciar a ese todo voluntariamente, es complicado.

Padre.-Lo es, si lo que se desea es ese todo. Pero si ese todo no representa nada, la renuncia voluntaria no encierra complicación alguna.

María.-Casándome con Serafino podría satisfacer todos mis deseos todos mis caprichos, no tendría que preocuparme por cosa alguna. Por eso digo que es complicado.

Padre.-Desconocía que tuvieses caprichos y deseos monetarios, es para mí toda una novedad. Empiezo a sospechar que estás aquejada del mal ambiental. En fin, que se le va a hacer, nadie es Dios para ser inmune. Me apena tener una hija normal. Te veo ya con niños, con un televisor en cada habitación, hacer una vida insulsa, monótona y sin sentido vital y lo que es peor, ver a una muchacha hermosa como el viento fresco, sujeta como una flor en la solapa de un zoquete.

María.-(Seria). Por eso tomé el nombre de Mari-Flor.

Padre.-Si es por eso la elección es justa y está bien hecha. Lo del jarrón no lo entiendo.

María.-Serafino es el jarrón, yo sería la flor que lo realzaría, de ahí el nombre 
Mari-Flor del Jarrón.

  (El padre se levanta y de pié ante ella).

Padre.-Sabes como pienso y lo que pienso. Eres una mujer y tienes que decidir tu actitud ante la vida, eso no se puede enseñar, eso se aprende. Me preocupa que puedas elegir un destino normal, el destino normal de toda mujer normal.

  (María se levanta y se acerca a su padre).

María.-Unas veces pienso en el no rotundo, otras pienso en aceptar. No sé que hacer. Ayúdame un poco.

  (El padre toma del bazo a María y la lleva casi hasta el borde del escenario, ven de frente a los espectadores).

Padre.-¿Ves todo lo que hay?.

María.-Sí.

Padre.-¿Te gusta lo que ves?.

María.-Si.

Padre.-Ahora inclínate hacia delante para verlo mejor. (María se inclina). Un poco más. (María se inclina). Un poca más. (María se inclina). Más, más, ya vale. ¿Todo es igual que antes?.

María.-Sí.

Padre.-¿Te gusta lo que ves?.

María.-Sí.
  
  (El padre le propina un puntapié en el trasero la bastante fuerte como para que le duela a quien interprete el personaje de María).

María.-¡Ay!.

  (El padre se aleja y se dirige hacia la puerta por donde ha salida su madre. María se frota el trasero).
Padre.-Ha sido mi ayuda. (Sigue caminando, al llegar a la puerta se detiene, da media vuelta). Intento ayudarte a recobrar la vista, ahí sólo hay gente normal.

  (El padre sale, María se queda en la sala frotándose el trasero, evidentemente hay ayudas que son dolorosas pero como el caso es también complicado, la ayuda debía ser también fuerte.
    
ESCENA V
     
  Restaurante decorado con mimo acogedor, en nada se parece a los restaurantes que tanto abundan en la actualidad y que su principal característica es la anodina asepsia de su decorado. Hay varias mesas, cuadradas, redondas, alguna de las mesas redondas son mayores para que quepan en ellas mayor cantidad de comensales. Todas las mesas están cubiertas con mantel, y sobre él, platos, cubiertos y un candelabro con una vela.
  
  El camarero es un hombre serio, sensato y cincuentón. Todo él es servicial, pero con ese aire irónico y peculiar que tienen los gallegos, porque el camarero es gallego y de Sotomayor, población cercana a Pontevedra lugar de donde han salido históricamente cocineros y camareros para toda España y buques mercantes europeos. El camarero parece no enterarse de nada, lo parece, porque un gallego y si por añadidura es camarero y de Sotomayor, se enterará, aunque parezca la contrario, de todo y de algo más.

  En una mesa del fondo una pareja de jóvenes tortolillos enamoriscados, se toman la mano de vez en cuando, se ven a los ojos con arrobo, se intercambian comida de los platos, ella le da a él con su tenedor y viceversa. Es hermoso pero ridículo, a decir verdad muy ridículo, pero ya se sabe, los tortolillos enamorados no han tenido jamás sentido del ridículo. Afortunadamente.

  Entran por la derecha, por la derecha y al fondo no, en ese lugar se encuentran instalados los aseos. Arquitectónicamente siempre ha sido así. ¿Quienes entran por la derecha? María acompañada de Serafino. Serafino ronda los cuarenta años, viste modernamente y su apariencia es de lo más normal, como le ocurre a las personas que visten modernamente. La cara de Serafino es la cara que normalmente tienen los constructores, es una cara peculiar con expresiones peculiares me atrevería a decir que su cara es una mezcla de cemento, ladrillo, arena y billetes de banco.

Serafino.-(Saludando). Buenos días.

María.-(Saludando). Buenos días.
Camarero.-Buen día tengan los señores.
     Serafino.-(A María) ¿Donde nos sentamos?.
María.- (Indecisa). No se … allí. No, espera. (Empieza a contar las mesas). Un gato calló en el pozo, las tripas hicieron gua, arremoto pitipoto, arremoto pitipá. (Señalando una mesa). Esta, le tocó a esta. (Se dirigen a la mesa y se sientan).
Camarero.-(Se acerca a la mesa). Es una buena mesa. Han tenido buen gusto.
María.-El azar.
Camarero.-¿Ah sí?. El azar siempre ha tenido buen gusto.
  
  (Antes de que María o Serafina respondan les entrega con amabilidad exquisita las cartas con los menús, y se retira).
María.-(Sin ojear la carta). De primero un rape a la piña, de segundo., otra rape a la piña. (Serafino pone cara de asombro). Esto es por encargo, de tercero pediré ... (ojea la carta) pediré ... pediré ... pediré ... al azar.
Serafino.-(Con cara de asombro). ¿al azar?.
María.-(Tajante). Efectivamente, al azar. Obsérvame, fijate bien en mí, no pierdas nada de lo que hago para elegir un buen plato entre tantos platos.

  (Toma en su mano derecha el cuchillo lo levanta y cerrando los ojos desciende su mano hasta tocar con el cuchillo la relación de los menús).

María.-Ah! ya está, pitisonnier de minoayer au varannar. El resto lo dejo a tu elección.

Serafino.-¿Comerás todo lo que pides? (Sigue con cara de asombro que a pesar de todo no le disimula la cara de cemento, ladrillo, arena y billetes de banco).

María.-Suelo cumplir los encargos.

Serafino.-Como quieras. Yo pediré algo normal. Primero melón con jamón.

María.-Suena bien, melón con jamón; le puedes añadir un camión y un jarrón.

Serafino.-(Riéndose sin saber porqué). Ja, ja, ja, ja. De segundo, pediré un entrecot a la pimienta.

María.-Con pisos y urbanizaciones como guarnición.

Serafino.-(Riéndose, esta vez cree saber porqué). Ja, ja, ja, ja.

  (Se acerca el camarero que en ningún momento se le ha escapado nada de lo ocurrida).

Camarero.-(Todo cortesía). ¿Han elegido los señores?.

María.-Dos rapes a la piña por encargo, y .... (leyendo) y un pitisonnier de minoayer au varonnar.

Camarero.-Excelente; ha tenido buen gusto la señora.

María.-De nueva ha sido el azar.

Camarero.-¡Ah! El azar siempre ha tenido buen gusto, no se equivoca nunca. (A Serafino) ¿El señor?.

Serafino.-Melón con jamón de primero; de segundo, un entrecot a la pimienta.

Camarero.-¿Para beber?.

Serafino.-(Autosuficiente y sin consultar a María ni con la mirada siquiera). Borgoña.

María.-Por favor, traiga también agua con agujeritos.

Camarero.-¿Alguna marca en especial?.

María.-(Pensando y viendo para el camarero). El agua que tenga los agujeritos más pequeños, es más sabrosa.

Camarero.-¡Perfecto! (Se retira con la cortesía que le proporciona el haber ejercido el oficio durante más de treinta años).

  María y Serafino hablan pero no se les oye. Entran dos muchachos jóvenes y una muchacha algo mayor que ellos. Ella viste con elegancia se la ve con solvencia económica o de familia con solvencia económica. Su edad ronda los treinta años, es atractiva. Los jóvenes tienen una cara de estudiantes universitarios que se la pisan. Eligen una mesa redonda a la derecha de la de Serafino y María.

Guillermo.-¡Que maravilla!. El invitarnos a comer en un lugar como este, me eleva de la condición de mísero y vilipendiado estudiante, a la condición de un hombre entero, hecho y derecho.

Joaquín.-Es el dinero amigo mío, el dinero proporciona hombría, entereza de ánimo y lo que es más importante, reputación.

Guillermo.-Creí que ibas a decir que proporcionaba dignidad.

Alba.-¿Por qué no ha de proporcionar el dinero dignidad?.

Guillermo.-Porque los esfuerzos de tratar de conseguir dinero, más bien la quitan que la añaden.

Joaquín.-La dignidad, esa señora hace años que no la veo, fué desde que me dediqué a cortejar a muchachas casaderas.

Guillermo.-¿Y dejaste de frecuentar los burdeles?.

Joaquín.-Sí, por recato es ahí donde se ha refugiado. El único lugar digno para una mujer honrada.

  (Serafino, al oirlos se encuentra visiblemente contrariado, les lanza una mirada severa. El camarero sirve la mesa de Serafino y María).

Serafino.-(A María). Son unos maleducados.

María.-Son graciosos.

Serafino.-No tienen educación.

María.-Son graciosos sin educación.

Camarero.-(Acercándose a la mesa can la acostumbrada cortesía). ¿Los señores van a comer ?.

Guillermo.-A eso venimos. (Con la carta en sus manos). Yo pedire ... mejor dejaré que Alba elija por mi.

Joaquín.-Idea excelente, que elija también por mi.

Guillermo.-(A Alba). Alba, en tus manos encomendamos nuestros cuerpos. Añado que para darles de comer.

Alba.-(Al camarero). Veneno les daría yo, ¿pero de eso aquí no tienen?.

Camarero.-(Como buen gallego que sabe jugar a dos bandas, a tres, y a veces hasta a cuatro). No señora, tenemos cosas mejores.

Alba.-Entonces, tráiganos de comer y de beber a su juicio, yo le doy una pista, un estudiante clásico de los que se niegan a dejar su condición (señalando a Guillermo). Un abogado recién salido del horno en busca de casos que defender o que atacar y amante de la comida y de la bebida. De mi no tengo nada que decirle, no me conozco.

Guillermo.-¿Acepta usted el desafío?.

Camarero.-(Dudando). Temo no acertar con sus gustos.

Alba.-Confío en usted.

Camarero.-Entre el chef y yo elaboraremos el menú.

Alba.-¡Estupendo!.

Joaquín.-Es una idea genial.

Camarero.-Con su permiso. (Se retira).

  María y Serafino están comiendo, de vez en vez hablan un poco aúnque apenas se les oye. Los tortolillos enamorados se ven a los ojos embelesados, se dan un beso cuando tienen ganas, el tiene cogida la mano izquierda de ellla, ya que como buen español él debe tener la derecha libre, la derecha es la mano de la espada. Al tener ella la mano derecha ocupada, come como puede con la mano izquierda.

  Guillermo, Joaquín y Alba, también hablan pero casi no se les oye. El camarero mientras tanto y sin que las personas del comedor lo vean, pero sí lo ve perfectamente el público, toma la carta en sus manos, la abre y hace descender varias veces un cuchillo. Utiliza la técnica que ha visto utilizar a María.

  Acabada la operación de elegir los menús, el tortolillo enamorado hace la señal al camarero de pedirle la cuenta. Abonan la cuantía y salen por la derecha.

Camarero.-(Excesivamente servicial, por la buena propina). ¡Adios, buenas tardes!.

Rulitos.-¡Adios, buenas tardes!.

Serafino.-(A María). ¿Te fijaste en los dos que salen?.

María.-Sí.

Serafino.-Se veían con unas ojos que parecía que esta era su última comida juntos.

María.-Yo crea que se veían coma si esta fuese su primera comida juntos. Es encantador ver cosas así.

Serafino.-A mí me parecen bobos.

María.-¿Por qué?.

Serafino.-Porque son bobos.

María.-Eres muy convincente.

  (El camarero sirve la mesa de Alba y sus amigos).

Alba.-¿Qué ha elegido?.

Camarero.-El chef y yo hemos preparado cuidadosamente el menú. Es tradición entre nosotros no revelar nunca el menú elegido. Trae mala suerte.

Guillermo.-Si trae mala suerte, es que tienen la buena suerte con ustedes.

Camarero.-La buena suerte no está con nadie en particular. Cuando se posa sobre una persona es tan sólo para descansar en su camino.

Joaquín.-La mala suerte tampoco está con nadie en particular. Y eso sabemos que es mentira.

Camarero.-Tiene usted razón, la mala suerte siempre acude aúnque no la llamen, no tiene dirección ni nada que hacer. Se divierte haciendo travesuras.

Alba.-¿Es usted de Galicia?.

Camarero.-Sí señora, a un lado. Con su permiso (Se retira).

Alba.-Qué camarero más raro ....

Joaquín.-Es un camarero inhabitual.

Guillermo.-Es curioso; al final como en los finales, el camarero es hijo del rey de Francia.

Alba.-Sigo pensando que tiene algo raro.

Guillermo.-La realeza.

Joaquín.-Y eso no abunda como que tan sólo ella tiene sangre azul.

Guillermo.-¡Amigo mío!, fisiológicamente eso es imposible! aunque políticamente todo se puede arreglar.

Alba.-Sigo pensando que este camarero tiene algo raro.

Guillermo.-Será la rareza, que es parecido a la realeza. Ambas cosas no abundan, afortunadamente.

Serafino.-María, quiero hablarte seriamente, quiero que medites bien la que voy a decirte.

María.-(Con ironía y rompiendo la seriedad de la situación). ¡Por Dios! Me asustas, tan grave es.

Serafino.-Ya conoces lo que siento por tí. A los cuarenta años tengo todo lo que un hombre puede desear ...

María.-(Interrumpiéndolo). Dirás que tienes todo la que se puede comprar con dinero.

Serafino.-Efectivamente, con el dinero compro todo la que deseo. Pero el dinero no lo es todo en la vida, aúnque cumple una función muy importante y necesaria.

María.-Me quedo con lo de necesaria, lo de muy importante es cuestión de preferencias personales.

Serafino.-El dinero proporciona capacidad de acción, dinamismo, seguridad, fortaleza. ¿No lo crees así?.

María.-No lo sé, nunca he tenido dinero coma para sentir esas cosas. Aunque a veces las siento aún sin tener dinero alguno.

Serafino.-(Entusiasmado al hablar de dinero y mintiendo como un político en plena campaña electoral). A mi me importa el dinero solamente en la medida en que me sirve para vivir; tan sólo en ese aspecto me interesa.

María.-Sospecho que el dinero también te sirve para respirar. Con dinero respiras a bocanadas llenas, sí no tuvieses dinero casi no respirarías, hasta es posible que pudieras morirte de un ahogo.

  (El camarero sirve a María).

Camarero.-Su pitisonnier de minoayer au varonnar.

María.-(Con cara de hartazgo). ¡Oh!, gracias, muy amable.

Serafino.-El dinero es, por otra parte, la recompensa del trabajo realizado, es un aliciente en la vida, es también un instrumento de cambio, el dinero no tiene ningún valor en sí mismo.

María.-Puede ser, sin embargo, el dinero es acumulado durante años en las casas bancarias. El dinero tiene ahí una finalidad en sí misma por él se trabaja y es él quien da poder y magnificencia. Una persona con dinero se cree una persona importante, diferente, destacable sobre el resto de sus semejantes. El dinero hace vivir ficticiamente a la persona que lo posee.

Serafino.-No estoy en absoluto de acuerdo. El dinero es un instrumento de cambio. Es pilar de la economía y un aliciente para el hombre y su progreso social.

María.-El dinero, el dinero. Conseguir dinero es el cauce de las frustraciones. Tan sólo los débiles de espíritu buscan el dinero olvidándose de la vida, de los demás y de si mismos.

Serafino.-¿Qué harías tu sin dinero?

María.-Como mínimo haría lo que ahora hago. Serafino, yo no tengo dinero.

Serafino.-Si te casas conmigo tendrás mi dinero.

María.-¿Para qué quiero yo tú dinero si lo único que quiero es vivir?.

Serafno.-Además te quiero. Quiero casarse contigo. Quiero que seas mi mujer.

  (Guillermo cuchichea y hace señas a sus compañeros de que escuchen la conversación de la mesa vecina).

María.-Serafino, casarse es una cosa muy seria.

Serafino.-En serio hablo y en serio lo digo.

María.-No estoy preparada.

Serafino.-Lo estás.

María.-Soy demasiado joven, todavía tengo que vivir y aprender a vivir.

Serafino.-De mi mano podrías aprender y yo te enseñaría.

  (Guillermo hace un gesto a sus compañeros).

María.-Temo, Serafino que por vivir entendemos cosas diferentes.

Serafino.-Es cuestión de hablar.

María.-Esto no es cuestión de hablar, sino de sentir, ambos sentimos la vida de diferente manera. No soy la mujer ideal que tú buscas.

Serafino.-Se como eres y me gustas así como eres.

María.-También están mis sentimientos. ¿Te has preguntado cuales son mis sentimientos, sabes si eres correspondido?.

Serafino.-Dame tiempo. Consigo todo lo que me propongo.

María.-Lo sé, pero eso es en los negocios. El matrimonio es también un negocio, un contrato comercial, y yo no me dedico al comercio ni a los negocios.

  (Guillermo llama al camarero que se acerca a la mesa).

Camarero.-Diga el señor.

Guillermo.-Otra botella del mismo vino. La ocasión merece un brindis.

Serafino.-(A María). No tienes por que decidirte ahora, puedes reflexionarlo con calma y pensar que conmigo no tendrás preocupación económica alguna.

María.-Lo pensaré.

  (El camarero trae la botella de vino a la mesa de Guillermo).

Camarero.-¿Alguna cosa más?

Joaquín.-No gracias.

Guillermo.-Hagamos un brindis. Brindemos primero por la estupidez. (Elevan sus vasos y beben). (A Alba). Haz tú el próximo brindis.

Alba.-Para contrarrestar el brindis anterior, brindo por la sensatez. (Elevan los vasos y beben).

Guillermo.-(A Joaquín). Haz tú el próximo brindis.

Joaquín.- Brindemos por la vida sencilla. (Guillermo y Joaquín elevan los vasos y beben; en ambos el vino ha hecho su efecto cálido alegrando los ánimos).

Guillermo.-Amigos míos, brindemos por el rey y por los curas. Aunque estos últimos no se lo merecen. A decir verdad el primero tampoco. Que todo sea por el buen vino.

Alba.-No debes ser irrespetuoso.

Guillermo.-¡Oh! ya se ha despertado el cocodrilo burguesito que llevas dormido en ti, Alba. Burguesita entre las burguesitas, esencia de burguesita. Bien, tú no brindes, debes ser respetuosa con todo, perdón, con casi todo, el casi todo es aquello que de una u otra manera pone en peligro tu mundo de oropel.

Joaquín.-(A quien a afectado más el vino). Es buen discurso. No está mal construido. Yo brindo en solitario por tu discurso. (Vacía el vaso de un trago).

María.-(Riéndose). Ja, ja, ja, ja.

Serafino.-(Ofendido). A mi no me hace ninguna gracia.

María.-No tienes sentido del humor.

Guillermo.-¡Por el rey! (Beben Guillermo y Joaquín). ¡Por los curas! (Beben otra vez). ¡Por las monjas! (Beben) y por los burdeles! el único lugar históricamente santificado por la meditación del espíritu y elevación del alma. (Beben).

Joaquín.-(Visiblemente ebrio). Perfecto, amigo Demóstenes!.

María.-Ja, ja, ja, ja.

Serafino.-(Fuera de sí). ¡Me están hartando!

María.-Me encantan.

Serafino.-(En voz alta para que le oigan bien). No tienen educación ni respeto alguno.

Guillermo.-(Hace una seña al camarero, que se acerca). Por favor, otra botella de este excelente vino.

Camarero.-(Con cara mefistofélica). Si señor. (Se retira).

Alba.-No debemos beber más.

Guillermo.-No pluralices.

Alba.-Te emborracharás.

Guillermo.-¿Y .... ?.

Alba.-Harás el ridículo.

Guillermo.- Mientras que no haga el gilipollas ...

  (Joaquín reprime malamente su risa).

Alba.-No tienes juicio.

Guillermo.-La dulce paloma burguesa comienza a enseñar su verdadero ropaje. Eres tan tonta como la vida que llevas, te salvas porque tienes un cuerpo de Diosa pero te condena tu estúpida mentalidad burguesa, es una lástima, una verdadera lástima.

Alba.-¡Éres insoportable!.

María.-Ja, ja, ja, ja.

Guillermo.- (Levantando el vaso). Brindo por ti, Alba; y por tu dinero (bebe). (A Joaquín) ¿Tú no bebes?.

Joaquín.-Yo no soy de esta guerra, me mantengo imparcial. Lo mío es la justicia.

Guillermo.-La tuya son las leyes, éstas nada tienen que ver con la justicia.

Joaquín.-Yo no soy de esta guerra, no obstante, beberé porque me gusta. (Bebe).

Guillermo.-Brindemos una vez por los matrimonios bien avenidos (Beben). Otra vez por los matrimonios mal avenidos ... son casi todos (Beben). Brindemos por los futuros matrimonios se lo merecen (Beben).

María.-Ja, ja, ja, ja.

Serafino.-No comprendo de qué te puedes reír.

Guillermo.-Brindo por la patria y la estupidez humana, el asunto es de importancia (Beben).

  (Serafino, con la presión totalmente al límite, se levanta en actitud prosaica y “nacional”. Se acerca a la mesa de Guillermo).

Serafino.-Es usted un maleducado, sus palabras ofenden a España entera. 

Exijo que retire esas palabras.

Guillermo.-(Displicente). No sea usted majadero.

Serafino.-Está usted ofendiendo a la nación y a todo lo que ella comprende. Si no estuviese usted ebrio ...

Guillermo.-(Tranquilamente). Me retaría a un duelo o tal vez se abalanzaría sobre mí como un cruzado sobre un hereje. Las personas civilizadas denuncian a la inquisición judicial los delitos por agravios y ofensas. Aquí le presento a Joaquín Díaz González; es hombre de leyes y amigo mío, él puede llevar su denuncia a los tribunales. Cuando hay dinero por medio para él la amistad no cuenta, de amigo se convertirá en enemigo. “C´est la vie”.

Joaquín.-Dándole una tarjeta a Serafino). Aquí podrá encontrarme, soy abogado.

Guillermo.-Y como todo abogado, un cerdo.

Alba.-Debemos irnos.

Serafino.-Será mejor que lo hagan.

María.-(Desde la mesa intentando aplacar los ánimos un poco sólo un poco). Hace mucho tiempo que no me divierto tanto. Señores tan respetuosos discutiendo por cosas que desconocen totalmente. Es una hermosa jornada circense.

Guillermo.-Señorita ¿usted de donde ha salido?. Parece persona con espíritu crítico y del sentido crítico oí decir que lo habían asesinado a bofetadas hace uno o dos millones de años.

María.-(Sonrojándose). Todavía quedan rescoldos y alguna que otra brasa mal apagada.

Guillermo.-¡Dígame, mujer de espíritu sutil! ¿Dónde te hallabas que nunca te vi?.

María.-La mayor parte del tiempo en Babia, la otra parte del tiempo en Batuecas.

Guillermo.-Ahora me lo explico. (Irónico). Si fuese un hombre normal le propondría el matrimonio, como no soy un hombre normal le propongo mi amistad. Es lo único que puedo ofrecerle.

Serafino.-(Desesperado). Es usted un cretino.

Alba.-(A Guillermo). Si no te callas me voy.

Guillermo.-(A Alba). Que sea en buena hora. (A María). Me gustaría ser su amigo, pocas veces se encuentra a una mujer como usted.

María.-(Entre dos fuegos, el de Serafino y el de Guillermo). No sé, no le conozco a usted.

Guillermo.-Eso me hace todavía más interesante a sus ojos.

Serafino.-¡María, no le sigas el juego! ¡Te lo prohíbo!.

  (María, al oír esto a Serafino responde inmediatamente.)

María.-Acepto su amistad con la condición de que usted acepte la mía.

Guillermo.-Se levanta con algo de desequilibrio y se acerca a la mesa de María). Hecho. ¿Podemos tutearnos?.

María.-Otro tratamiento sería poner distancias a una amistad que acaba de nacer.

Serafino.-¡María! ¡Vámonos, te lo exijo!.

María.-(Tajante). ¡Me quedo!.

Serafino.-¡Me iré sin ti!.

María.-Haz lo que quieras. Yo ni te prohíbo ni te exijo nada.

Serafino.-¡Me voy! (Se dispone a marcharse).

Camarero.-(Acercándose). Por favor, ¿la cuenta de su mesa?

Serafino.-(Saca billetes del bolsillo, se los da al camarero). Lo que sobre para usted. (Se va).

Guillermo.-Alba, he aquí un buen momento para hacer una salida airosa. (Alba se levanta de la mesa y sale con aire de superioridad detrás de Serafino).

Joaquín.-(Medio farfullando). ¿Por qué no os sentáis y brindamos por algo?.

  (Guillermo y María se sientan. El camarero se acerca y trae un vaso para María. Guillermo sirve vino).

María.-(Visiblemente contenta, levanta su vaso). Brindo por Mari-Flor del jarrón. (Beben).

Guillermo.-Este momento requiere un brindis especial. (Levantan los vasos). ¡Por nosotros, los demás que se jodan!.

  (Cae el telón o apagan las luces; es el fin de la obra).


FIN

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